Ana - La profe trotamundos
- miaotriptoasia
- 14 feb 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 13 jun 2022
Cómo llegué a Sri Lanka… mi vida de nómada.

Nací en Málaga (1987), pero soy granaína porque allí me crié y pasé la mayor parte de mi vida, y agradecida estoy por haber tenido la suerte de hacerlo en tal maravillosa ciudad. ¡Pero el Planeta Tierra es muy grande! Y aunque nos guste España, sería como leer un sólo libro teniendo a nuestra disposición una biblioteca repleta de diferentes aventuras, sueños y experiencias. He recorrido más de 30 países y he vivido en 6 diferentes. No puedo pedir más, siempre ha sido mi sueño, viajar y conocer otras culturas como estilo de vida. Este año nos hemos mudado a Sri Lanka, y sin duda, es uno de mis favoritos. Sri Lanka tiene mucho que ofrecer y grandes ventajas a tener en cuenta cuando se busca destino.

Pero, ¿cómo empezó esta pasión/adicción por viajar y explorar lo desconocido? No os quiero aburrir con detalles pero voy a intentar resumir mi recorrido en estos últimos 10 años de mi vida.
Imagino que el principio de todo fue mi Erasmus en Leuven (Bélgica). Era mi último año de licenciatura de Biología, tenía 23 años y fue cuando me di cuenta de que tenía mucho que conocer y mucho que aprender. Me encantó conectar con gente de diferentes países, me gustaba escuchar diferentes idiomas y sentía curiosidad por todo lo que me rodeaba. Viajé mucho por Europa y disfruté como una niña pequeña. Tras terminar Biología y saber que no quería trabajar en un laboratorio, hice un master en enseñanza en Sevilla y volví a Bélgica, esta vez a la capital, Bruselas. Empecé de Au-Pair viviendo con una familia americana, cuidando a los peques (y pasándomelo bomba con ellos) , después encontré trabajo como profesora de Español.

Después de un par de años de cielo gris, mis amigos belgas me propusieron un viaje a Tailandia, a lo mochilero. La idea me encantó y con mis ahorros decidí no sólo pasar un mes de vacaciones, sino aprovechar y alargarlo un mes más para experimentar lo que siempre había querido hacer, un programa de voluntariado como profesora en un colegio. Tenía 26 años, mi primera visita al continente asiático y mi primera experiencia viajando sola. Me enamoré, me enamoré de cada segundo, cada lugar, cada encuentro. Tuve el honor de trabajar con cientos de niños, de acompañarlos cuando meditaban cada mañana y de jugar con ellos mientras aprendían inglés. Aquí fue donde me di cuenta de que mi percepción de la vida, mis aspiraciones y mis intereses estaban cambiando, estaba creciendo personalmente y descubriendo una nueva versión de mí misma.
La vuelta a Bruselas fue dura. Volví a la rutina pero mi mente no paraba de volar soñando con seguir viajando, descubriendo lugares, gente y experiencias. Sabía lo que quería y no era la vida en la gran ciudad. Así que tras algunos meses de preparación, mi compañero en ese momento y yo, nos fuimos a recorrer Sudamérica con una mochila y con ganas de encontrar un proyecto que me hiciera poder comenzar realmente una nueva etapa. Quería darle un giro a mi vida. Fue un viaje que siempre recordaré: 6 meses, 7 países, desde la Patagonia Argentina hasta el mar Caribe de Colombia, por tierra.

Buscaba trabajo en el campo de la educación y ONGs pero la cosa no estaba fácil. Encontré una pequeña escuela perdida en las montañas del norte de Ecuador donde podía dar clases a cambio de alojamiento y comida con una familia.
Allí, teniendo que subir a una colina para coger algo de cobertura, me llegó una oferta de trabajo: Coordinadora de voluntarios en un proyecto de educación, pero no era en Sudamérica, sino en Nepal.

Con el espíritu aventurero a flor de piel, terminé mi viaje por Colombia y un mes después allí estaba, en la caótica ciudad de Katmandú. Fue un shock, no era nada comparado a lo que había vivido antes, pero tenia gente maravillosa alrededor que hicieron que descubriera un nuevo hogar y que me volviese a enamorar de un país. Nepal tiene una energía indescriptible, es un país muy pobre económicamente pero lleno de amor y sabiduría procedente del hinduismo y el budismo, reflejado en el corazón de sus gentes. Este periodo de mi vida me conectó con la espiritualidad, empecé a practicar la meditación y aprendí a apreciar y a entender diferentes religiones. Después de 6 meses trabajando en la ciudad, quería volver a lo rural, a conocer el modo de vida de la mayoría de los habitantes del país. Encontré un colegio de nuevo en la montaña y allí me quedé 5 meses más, como profesora de inglés, ciencias, e intentando introducir nuevas metodologías pedagógicas para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje.

No tenia colchón para dormir, de vez en cuando la vaca del colegio se colaba en clase, las condiciones higiénicas daban mucho que desear… pero yo era feliz y nunca he sentido tanta paz como allí. Y conocí a Miki, mi actual pareja, que también trabajaba en el cole de voluntario. Nunca olvidaremos esta etapa de nuestra vida y todo lo que nos enseñó, y sabemos que volveremos ya que se quedaron un trocito de nuestro corazón.
Pero los ahorros llegaban a su fin y tenía que ponerme de nuevo a la búsqueda de un salario. Preguntando por aquí y por allá escuché que Vietnam tenía una gran demanda de profesores de inglés.

¿Un nuevo país? ¿En el sudeste asiático? ¿Con playas y cocos? No me lo tuve que pensar mucho. Hicimos un maravilloso trek en el Himalaya para despedir Nepal, pasamos un mesecito en India de vacaciones, y...¡rumbo a Vietnam!

Tuve la suerte de encontrar trabajo rápidamente en una academia de Inglés y allí nos instalamos, en la costa central de Vietnam. La vida era fácil y barata. Nuestra moto era nuestra fiel compañera ya que nuestra actividad favorita era salir a perdernos entre arrozales, palmeras y playas desiertas.

Después de más de año y medio viviendo en Vietnam y tras viajar unos meses mas por Tailandia y Laos, decidimos volver a España, a Fuengirola (Málaga) concretamente, ya que la familia me necesitaba y también me hacía falta una pausa. Llevaba 3 años con la mochila a cuestas y 7 viviendo fuera de España, necesitaba reponer fuerzas en casa. Pero lo que iba a ser una parada temporal se alargó a causa de todas las restricciones y la locura de años que hemos vivido a causa del covid. Aún así tengo que agradecer que este tiempo me ha dado la oportunidad de poder trabajar online lo que me permite estar ahora mismo escribiéndoos desde mi querida Sri Lanka, mi nuevo hogar.

Cuando abrieron las fronteras me pasé un tiempo informándome sobre diferentes países tanto en América central como en Asia, y finalmente me decidí por esta isla, la que no me ha dejado de sorprender ni un sólo día desde que llegamos (a principios de Febrero de 2022). No es mucho tiempo pero ha sido suficiente para saber que esta va a ser nuestra base durante una buena temporada. Después de tantos lugares y tantos años viajando, puedo decir que Sri Lanka es mi país favorito.
El objetivo es que lo experimentéis y lo veáis con vuestros propios ojos, pero os adelanto que hay playas de ensueño, comida orgánica para todos los gustos, gente sonriendo y dispuesta a ayudarte en lo que necesites (a pesar de la crisis económica que están viviendo),.... Y si te gustan los animales, prepárate para cruzarte con monos, pavos reales y elefantes entre muchos otros, ya que son parte de este maravilloso entorno.
Queremos acompañaros en este proceso de aprender a disfrutar de lo desconocido, de crecer personalmente y animaros a salir de vuestra zona de confort, porque sinceramente, es donde encontré la felicidad.

Comments